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martes, 29 de junio de 2010

Fanática.

Sin palabras. Para soñar.

Soy fanática.




El programa... el que sigue:


Mikko Nissinen director artístico



Dance Made in Boston



Plan to B

Jorma Elo coreografía, Heinrich Ignaz von Biber música



Rhyme

Viktor Plotnikov coreografía, Fryderyck Chopin música



Ein von Viel

Sabrina Matthews coreografía, Johann Sebastian Bach música (Variaciones Goldberg)



Tsukiyo

Helen Pickett coreografía, Arvo Pärt música



Brake the Eyes

Jorma Elo coreografía, Wolfgang Amadeus Mozart música


BOSTON BALLET — MADE IN BOSTON



«Jorma Elo está creando las obras de ballet más excitantes, innovadoras y contemporáneas del momento y nos



sentimos muy afortunados de tenerle como parte de nuestra compañía desde 2004». Son palabras de Mikko



Nissinen, director del Boston Ballet, cuando en 2008 se anunció que el contrato del coreógrafo finlandés, como



él, se prolongaría hasta 2014. No es de extrañar, por ello, que esta fructífera y exitosa relación profesional y



creativa con la compañía del estado de Massachusetts se materialice en 2011 en forma de un programa dedicado



exclusivamente a sus obras, llamado muy apropiadamente Elo Experience. La prorrogada unión con el Boston



Ballet le permitirá al aclamado creador, además, contribuir de manera especial a las celebraciones del 50º



aniversario de la compañía, organizándose para 2013. Destacado por la crítica de danza del New York Times,



Anna Kisselgoff, como uno de «los talentos a seguir muy de cerca», Jorma Elo (1962) protagoniza con dos de



sus obras este programa que Nissinen ha denominado Made in Boston, y que supone el estreno en España de las



cinco coreografías elegidas.



Requerido por las compañías de todo el mundo, Jorma Elo se inició en la escuela del Ballet Nacional de



Finlandia, perfeccionándose después en la prestigiosa escuela Vaganova de San Petersburgo. De 1978 a 1984



formó parte de la compañía finlandesa, para integrarse después en el Cullberg Ballet de Suecia que dirigía el



eminente coreógrafo Mats Ek y, desde 1990, en el Nederlands Dans Theater, con Jiří Kylián al frente. Su trabajo



como coreógrafo se ha extendido por Europa y el continente Americano, en compañías como New York City



Ballet, American Ballet, San Francisco Ballet, Hubbard Street Dance de Chicago o Royal Danish Ballet. Su



relación con el Boston Ballet se inició en 2002 con la creación Sharp Side of Dark, a la que siguieron la



aclamada Plan to B (2004), Carmen (2006), Brake the Eyes (2007), In On Blue (2008) y su versión de Le Sacre



du Printemps, que se estrenó el pasado año.



Plan to B está realizada sobre la Sonata núm. 81 in La mayor y la Sonata para violín solo del compositor austrobohemio



(hoy sería checo) Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1744), virtuoso del violín y maestro de capilla



en Salzburgo. Para la mencionada crítica del New York Times, esta obra es un «ballet de alta tecnología,



hablando en términos humanos, y su impacto como puro movimiento es explosivo». Anna Kisselgoff resaltaba



también que, aunque Elo basa sus raíces coreográficas en el estilo inaugurado por Jiří Kylián en el Nederlands



Dans Theater, el finlandés es, distinguiéndose de su mentor y su más cercano seguidor, Nacho Duato, el más



clásico de los tres. Interpretado por dos mujeres y cuatro hombres, esta creación exige una afiladísima técnica



clásica, con un inicio frío que recuerda al estilo de William Forsythe, caldeado después por el planteamiento



coreográfico de Elo sobre las notas barrocas de Biber. Plan to B catapultó desde su estreno a Jorma Elo en



Estados Unidos y sirvió como una prueba más de la calidad técnica desarrollada por los bailarines del Boston



Ballet desde la llegada de Mikko Nissinen al frente de la compañía.



Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) proporciona el bastidor sobre el que Jorma Elo realizó en 2007 Brake



the Eyes, título que juega con la frase hecha «break the ice» (romper el hielo), y que se traduciría como «frenar



los ojos». Realizado en seis partes sobre cinco de sus piezas de cámara para piano y violín, y acompañado por un



fondo de música vocal electrónica que evoca el ruido sordo de un motor, en este ballet se encuentran las claves



del vocabulario del finlandés: saltos y giros tradicionales, mezclados con onduladas caderas, brazos que rotan



como aspas de molino y movimientos agitados, sacudidos y propulsados. Lo clásico pasado por el émbolo de la



velocidad y la deconstrucción. Para los bailarines del Boston Ballet, interpretar este ballet supone algo parecido a



«correr quince kilómetros y cargar dos sacas de correo a la vez», por la cantidad de energía que demanda.



Rhyme fue creada por Viktor Plotnikov en 2008 para la gala Night of Stars del Boston Ballet. Nacido en



Ukrania, en 1968, formado en Kiev y perfeccionado en San Petersburgo —como Jorma Elo— dentro de los



preceptos de la Escuela Vaganova, Plotnikov fue anteriormente bailarín principal de la compañía, después de



haber sido primera figura en el Ballet Mississippi y el Tulsa Ballet. Rhyme es un paso a dos confeccionado sobre



la Sonata para violonchelo y piano, op. 65, de Fryderyck Chopin (1810-1849), descrito por su autor como



«contar un poema con dos cuerpos», e inspirado por su esposa, la primera bailarina del Boston Ballet, Larissa



Ponomarenko. Protagonista de este dúo junto al español Yuri Yanowsky (también miembro de la compañía,



como ella, desde 1993), en alternancia con la pareja formada por Heather Waymack y Altan Dugaraa,



Ponomarenko comparte el foco inspiracional para Plotnikov junto con las notas de Chopin. «Escucho muchas



veces la música, muchas, cuando creo un ballet. La música es todo para mí», asegura el coreógrafo, «y de ella



brotan miles de ideas que tengo que ordenar y dar forma según el modo que me dice la propia música».



Las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach (1685-1750), fueron coreografiadas por primera vez en



1971 por Jerome Robbins para el New York City Ballet. El creador y coreógrafo de West Side Story reunió a



nueve de las primeras figuras de la compañía dirigida por Georges Balanchine para confeccionar un ballet sin



argumento sobre el tema y treinta variaciones de la famosa composición para teclado de Bach. En 2001, la



canadiense Sabrina Matthews (1977) creó su versión coreográfica, ein von viel, para el Alberta Ballet sobre una



selección de estas piezas que el genio alemán compuso por encargo del conde von Keyserlingk para que su



clavicordista, Johann Gottlieb Goldberg, tocase durante sus noches de insomnio. Matthews había recibido el



encargo de Mikko Nissinen, en aquel momento director del Alberta Ballet, aunque ese mismo año se integró ya



como responsable del Boston Ballet. Considerada una de las más eminentes coreógrafas de Canadá, «la



quintaesencia de la sofisticación técnica», dijo de ella el diario Le Droit, Sabrina Matthews pone en escena un



dúo de dos bailarines masculinos, vestidos de blanco, en una pieza de virtuosismo electrizante que fue estrenada



por la compañía de Massachusetts en 2008.



Otra de las coreógrafas que más expectación está levantando en Estados Unidos es Helen Pickett (1972).



Formada en la escuela del San Francisco Ballet, donde también fue bailarina, y ex-miembro del Ballet de



Frankfurt de William Forsythe, su impronta como intérprete ha seguido ligada al estilo y formas propias de este



creador americano afincado en Europa desde los años setenta. Aunque dedicada cada vez más a la creación y la



docencia, Pickett fue invitada por el Royal Ballet de Flandes de 2005 a 2008 para protagonizar el ballet de



Forsythe Impressing the Czar, producción que fue galardonada con el Premio Laurence Olivier 2008 tras sus



actuaciones en el teatro Sadler’s Wells de Londres. Tsukiyo es el tercer encargo que realiza para el Boston Ballet



y está tejido sobre la composición Spiegel im Spiegel del músico estonio Arvo Pärt (1935), concretamente las



piezas Lamentate y Fragile. Titulado con el término japonés que se traduciría como «noche de luz de luna», para



este paso a dos Pickett se ha inspirado en el cuento de hadas nipón La hija del leñador, aunque desde un punto



de vista más romántico y etéreo, ya que su protagonista femenina encarna a un ser de otro mundo, quizás aquella



sílfide del XIX, vista con ojos del siglo XXI. «Quería contar una historia sobre la fascinación del amor, la



intimidad del primer contacto, la aceptación», explica la coreógrafa norteamericana. «Sabía que quería hacer un



dúo sobre las relaciones, preguntándome ¿Cómo se acerca alguien a otra persona en cualquier situación? ¿Dónde



están los límites? ¿Cómo permite alguien entrar en su vida a otro? Y aquí, con la cualidad etérea de la mujer, hay



una barrera añadida porque cada uno es de un mundo diferente».



© Cristina Marinero