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El programa... el que sigue:
Mikko Nissinen director artístico
Dance Made in Boston
Plan to B
Jorma Elo coreografía, Heinrich Ignaz von Biber música
Rhyme
Viktor Plotnikov coreografía, Fryderyck Chopin música
Ein von Viel
Sabrina Matthews coreografía, Johann Sebastian Bach música (Variaciones Goldberg)
Tsukiyo
Helen Pickett coreografía, Arvo Pärt música
Brake the Eyes
Jorma Elo coreografía, Wolfgang Amadeus Mozart música
BOSTON BALLET — MADE IN BOSTON
«Jorma Elo está creando las obras de ballet más excitantes, innovadoras y contemporáneas del momento y nos
sentimos muy afortunados de tenerle como parte de nuestra compañía desde 2004». Son palabras de Mikko
Nissinen, director del Boston Ballet, cuando en 2008 se anunció que el contrato del coreógrafo finlandés, como
él, se prolongaría hasta 2014. No es de extrañar, por ello, que esta fructífera y exitosa relación profesional y
creativa con la compañía del estado de Massachusetts se materialice en 2011 en forma de un programa dedicado
exclusivamente a sus obras, llamado muy apropiadamente Elo Experience. La prorrogada unión con el Boston
Ballet le permitirá al aclamado creador, además, contribuir de manera especial a las celebraciones del 50º
aniversario de la compañía, organizándose para 2013. Destacado por la crítica de danza del New York Times,
Anna Kisselgoff, como uno de «los talentos a seguir muy de cerca», Jorma Elo (1962) protagoniza con dos de
sus obras este programa que Nissinen ha denominado Made in Boston, y que supone el estreno en España de las
cinco coreografías elegidas.
Requerido por las compañías de todo el mundo, Jorma Elo se inició en la escuela del Ballet Nacional de
Finlandia, perfeccionándose después en la prestigiosa escuela Vaganova de San Petersburgo. De 1978 a 1984
formó parte de la compañía finlandesa, para integrarse después en el Cullberg Ballet de Suecia que dirigía el
eminente coreógrafo Mats Ek y, desde 1990, en el Nederlands Dans Theater, con Jiří Kylián al frente. Su trabajo
como coreógrafo se ha extendido por Europa y el continente Americano, en compañías como New York City
Ballet, American Ballet, San Francisco Ballet, Hubbard Street Dance de Chicago o Royal Danish Ballet. Su
relación con el Boston Ballet se inició en 2002 con la creación Sharp Side of Dark, a la que siguieron la
aclamada Plan to B (2004), Carmen (2006), Brake the Eyes (2007), In On Blue (2008) y su versión de Le Sacre
du Printemps, que se estrenó el pasado año.
Plan to B está realizada sobre la Sonata núm. 81 in La mayor y la Sonata para violín solo del compositor austrobohemio
(hoy sería checo) Heinrich Ignaz Franz von Biber (1644-1744), virtuoso del violín y maestro de capilla
en Salzburgo. Para la mencionada crítica del New York Times, esta obra es un «ballet de alta tecnología,
hablando en términos humanos, y su impacto como puro movimiento es explosivo». Anna Kisselgoff resaltaba
también que, aunque Elo basa sus raíces coreográficas en el estilo inaugurado por Jiří Kylián en el Nederlands
Dans Theater, el finlandés es, distinguiéndose de su mentor y su más cercano seguidor, Nacho Duato, el más
clásico de los tres. Interpretado por dos mujeres y cuatro hombres, esta creación exige una afiladísima técnica
clásica, con un inicio frío que recuerda al estilo de William Forsythe, caldeado después por el planteamiento
coreográfico de Elo sobre las notas barrocas de Biber. Plan to B catapultó desde su estreno a Jorma Elo en
Estados Unidos y sirvió como una prueba más de la calidad técnica desarrollada por los bailarines del Boston
Ballet desde la llegada de Mikko Nissinen al frente de la compañía.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) proporciona el bastidor sobre el que Jorma Elo realizó en 2007 Brake
the Eyes, título que juega con la frase hecha «break the ice» (romper el hielo), y que se traduciría como «frenar
los ojos». Realizado en seis partes sobre cinco de sus piezas de cámara para piano y violín, y acompañado por un
fondo de música vocal electrónica que evoca el ruido sordo de un motor, en este ballet se encuentran las claves
del vocabulario del finlandés: saltos y giros tradicionales, mezclados con onduladas caderas, brazos que rotan
como aspas de molino y movimientos agitados, sacudidos y propulsados. Lo clásico pasado por el émbolo de la
velocidad y la deconstrucción. Para los bailarines del Boston Ballet, interpretar este ballet supone algo parecido a
«correr quince kilómetros y cargar dos sacas de correo a la vez», por la cantidad de energía que demanda.
Rhyme fue creada por Viktor Plotnikov en 2008 para la gala Night of Stars del Boston Ballet. Nacido en
Ukrania, en 1968, formado en Kiev y perfeccionado en San Petersburgo —como Jorma Elo— dentro de los
preceptos de la Escuela Vaganova, Plotnikov fue anteriormente bailarín principal de la compañía, después de
haber sido primera figura en el Ballet Mississippi y el Tulsa Ballet. Rhyme es un paso a dos confeccionado sobre
la Sonata para violonchelo y piano, op. 65, de Fryderyck Chopin (1810-1849), descrito por su autor como
«contar un poema con dos cuerpos», e inspirado por su esposa, la primera bailarina del Boston Ballet, Larissa
Ponomarenko. Protagonista de este dúo junto al español Yuri Yanowsky (también miembro de la compañía,
como ella, desde 1993), en alternancia con la pareja formada por Heather Waymack y Altan Dugaraa,
Ponomarenko comparte el foco inspiracional para Plotnikov junto con las notas de Chopin. «Escucho muchas
veces la música, muchas, cuando creo un ballet. La música es todo para mí», asegura el coreógrafo, «y de ella
brotan miles de ideas que tengo que ordenar y dar forma según el modo que me dice la propia música».
Las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach (1685-1750), fueron coreografiadas por primera vez en
1971 por Jerome Robbins para el New York City Ballet. El creador y coreógrafo de West Side Story reunió a
nueve de las primeras figuras de la compañía dirigida por Georges Balanchine para confeccionar un ballet sin
argumento sobre el tema y treinta variaciones de la famosa composición para teclado de Bach. En 2001, la
canadiense Sabrina Matthews (1977) creó su versión coreográfica, ein von viel, para el Alberta Ballet sobre una
selección de estas piezas que el genio alemán compuso por encargo del conde von Keyserlingk para que su
clavicordista, Johann Gottlieb Goldberg, tocase durante sus noches de insomnio. Matthews había recibido el
encargo de Mikko Nissinen, en aquel momento director del Alberta Ballet, aunque ese mismo año se integró ya
como responsable del Boston Ballet. Considerada una de las más eminentes coreógrafas de Canadá, «la
quintaesencia de la sofisticación técnica», dijo de ella el diario Le Droit, Sabrina Matthews pone en escena un
dúo de dos bailarines masculinos, vestidos de blanco, en una pieza de virtuosismo electrizante que fue estrenada
por la compañía de Massachusetts en 2008.
Otra de las coreógrafas que más expectación está levantando en Estados Unidos es Helen Pickett (1972).
Formada en la escuela del San Francisco Ballet, donde también fue bailarina, y ex-miembro del Ballet de
Frankfurt de William Forsythe, su impronta como intérprete ha seguido ligada al estilo y formas propias de este
creador americano afincado en Europa desde los años setenta. Aunque dedicada cada vez más a la creación y la
docencia, Pickett fue invitada por el Royal Ballet de Flandes de 2005 a 2008 para protagonizar el ballet de
Forsythe Impressing the Czar, producción que fue galardonada con el Premio Laurence Olivier 2008 tras sus
actuaciones en el teatro Sadler’s Wells de Londres. Tsukiyo es el tercer encargo que realiza para el Boston Ballet
y está tejido sobre la composición Spiegel im Spiegel del músico estonio Arvo Pärt (1935), concretamente las
piezas Lamentate y Fragile. Titulado con el término japonés que se traduciría como «noche de luz de luna», para
este paso a dos Pickett se ha inspirado en el cuento de hadas nipón La hija del leñador, aunque desde un punto
de vista más romántico y etéreo, ya que su protagonista femenina encarna a un ser de otro mundo, quizás aquella
sílfide del XIX, vista con ojos del siglo XXI. «Quería contar una historia sobre la fascinación del amor, la
intimidad del primer contacto, la aceptación», explica la coreógrafa norteamericana. «Sabía que quería hacer un
dúo sobre las relaciones, preguntándome ¿Cómo se acerca alguien a otra persona en cualquier situación? ¿Dónde
están los límites? ¿Cómo permite alguien entrar en su vida a otro? Y aquí, con la cualidad etérea de la mujer, hay
una barrera añadida porque cada uno es de un mundo diferente».
© Cristina Marinero
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