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martes, 19 de junio de 2012

Albuñuels



¿Qué podemos hacer cuando las neuronas están a punto de freirse y aún no hemos tocado ni la mágica noche de San Juan?

Pues combatir las altas temperaturas ligeros de ropa, entre amigos y con mucho mojito… a ser posible en algún lugar alejado del asfalto, entre risas despreocupadas, alegría y buen humor. Y así me he pasado cuatro días... como para quejarme. Y aunque no pudiera desconectar de corrido y tuviera que volver a mis obligaciones…despertar con la brisa del campo, mirar por la ventana y saberte entre pinos, bajar a un patio lleno de flores, desayunar en una enorme mesa de hierro forjado donde los encuentros de tus amigos somnolientos se van sucediendo, que el panadero del pueblo te traiga pan de hogaza, y que la banda sonora de midnight en paris se pelee con el canturreo de los pajarillos, directamente es que no tiene precio…
  
Son días en los que se funde el anhelado silencio mental, la paz y sin duda el mejor antídoto contra la ansiedad. Un kit kat entre congresos, trabajo y estudios.

¿pero cómo explicarlo?

Normalmente cuando recordamos, recuperamos imágenes inconexas que rondan el cerebro como una perífrasis incompleta, donde adornamos o desechamos a gusto de consumidor, lo subjetivo cobra vida, así que simplemente decir que así lo vivo yo... 

carreras de flotadores en la piscina, el olor a hawaian tropic invadiendo las tumbonas, buenas noticias desde Marbella, bikinis secándose al sol, batidos de chocolate, escuela de natación sincronizada, la mejor cazuela de fideos con anticipo, siestas de verano entre sábanas bordadas, pelo mojado, pecas en la espalda, abrazos y besos de alegría, combate de camisones en habitación para cuatro, cafés expresos sin fin, el jamón recién cortado,  paseos por el campo, batallitas de abuelos anónimos, caminatas por el campo, guerras de saltos, juegos de películas, explicaciones francesas sobre el bondage, el frescor de las casas viejas, los sombreros de paja, las velas, el hielo picado y por supuesto, el ron…

¿acaso?

Hay momentos en los que uno necesita rodearse de gente buena y un poco canalla, para poder reirse de los problemas, ganarle el pulso a los sinsabores y poder guiñarle un ojo a la vida.

Y sentir por unos días, que lo demás, está de más.

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